PRESUPUESTO 2026 Y CRISIS DE SEGURIDAD

Columna semanal por el Profr. Oscar Loza Ochoa

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La violencia ha dejado de ser un fenómeno marginal; 

se ha filtrado en las esferas de la vida cotidiana, 

afectando tanto el desarrollo democrático como la seguridad de la ciudadanía.

Nancy Guadalupe Domínguez

La violencia es un signo preocupante en varias regiones del país. Y el Estado y la sociedad están obligados no sólo a reaccionar frente al fenómeno violento. El deber primero es la reflexión sobre las causas que han provocado una crisis de seguridad con la dimensión de la que hoy padecemos, pero junto a ello encontrar los caminos y medios que nos lleven a resolverla. Lo que el Estado aportó en estos últimos años, sobre todo en los últimos trece meses es una reacción que involucra centralmente a las fuerzas policiales y a las instituciones militares. Y se dejó de lado el papel que juega la Escuela y el amplio campo de la cultura ante un problema tan complejo como lo es la presente crisis de seguridad.

Sin teorizar mucho echemos un vistazo al Proyecto de Presupuesto Federal para 2026, pues la orientación del gasto público expresa de manera transparente la idea que se tiene sobre el problema de la violencia y cómo resolverla. De acuerdo a la iniciativa que se hizo llegar al Congreso de la Unión los ingresos se calculan en 8 billones 721 mil millones de pesos y se ejercerán poco más de 10 billones de pesoscomo gasto público. Llama la atención que se sigue contemplando el endeudamiento como una forma permanente de resolver el gasto público, sin observar a lo que nos condena a corto y largo plazo. El endeudamiento para 2026 será del 4.1por ciento del PIB, lo que mantendrá el saldo de la deuda en poco más del 52 por ciento del PIB. 

¿Cuánto tendremos que desembolsar en 2026 como costofinanciero de la deuda (los intereses pues), para dejar tranquilos y satisfechos a nuestros acreedores? Será la cantidad de 1 billón 570 mil millones de pesos, el 4.1 por ciento del PIB. Y para el renglón de educación se destinará 1 billón 200 mil millones de pesos, una cantidad menor que lo empeñado para el pago de intereses de la deuda. ¿Por qué hemos de pagar deudas sin preguntarnos lo elemental: su legalidad, su legitimidad y su moralidad? La quiebra de los bancos de 1995 (FOBAPROA) sigue pesando como fardo intolerable sobre nuestras espaldas y bolsillos. Por cierto,“quebraron” los bancos, pero no los banqueros; con el agravante de que hoy les debemos más que el primer año, sin dejar de pagarles intereses. Lo mismo sucede con la “quiebra” de empresas de construcción de carreteras. Ese dinero falta en nuestras escuelas.

Lo que todo ello nos arroja es que no se ha pensado cómo podemos remontar la situación de crisis que vivimos a partir del ejercicio del Presupuesto Federal de Egresos, pues al seguir orientándose el gasto hacia el pago puntual de deudas que desde hace tiempo debieron pasar por una celosa revisión por la Presidencia y el Congreso de la Unión, continuamos empeñando el futuro de la Nación por no quedar mal con quienes han sido responsables de las crisis económicas y del atraso en el desarrollo del país. 

La educación vuelve a perder si la comparamos con otros renglones del Presupuesto. A seguridad le corresponderá un monto de 320 mil millones de pesos, distribuidos en Secretaría de Seguridad Pública y Protección Ciudadana, Guardia Nacional, SEDENA y SEMAR. Para el registro queda que la Guardia Nacional reduce su presupuesto en un 30 por ciento y la dependencia de Harfuch crece en un 65 por ciento. Educación crece sólo en un 2.1 por ciento.

La crisis de seguridad no es poca cosa en Sinaloa y en el paísy no puede verse como un problema entre policías y ladrones. Si el fenómeno violento ha interesado el tejido social tenemos que partir de otras consideraciones más completas para la atención adecuada y el Presupuesto debe reflejar las nuevas consideraciones y el trato que recibirá cada una de las aristas que perfilan la crisis. Como lo que vivimos no es un asunto de guerra llana y plana ni tampoco un compromiso unilateral de esclavitud con los banqueros, los renglones de educación y cultura deben ocupar un espacio central en el Presupuesto de 2026. Todo ello encaminado a que la Escuela y los docentes tengan la dimensión que les corresponde en esta crisis de seguridad y que la cultura se convierta en ese recurso que rompe moldes y conceptos tradicionales para promover las mil maneras de ser, de hacer y resolver lo cotidiano y lo trascendente, alimentado desde el Estado y retroalimentado desde lo profundo de una sociedad activa y llena de inquietudes.

Aún no se ha hecho público el Proyecto de Presupuesto de Egresos para el Estado de Sinaloa, pero el sentido común invita a ser fieles a los problemas centrales que se arrastran en los últimos años y sus consecuencias, en especial desde el 9 de septiembre a la fecha. La situación violenta ya impuso en algunas zonas escolares las clases virtuales, como es el caso de las sindicaturas de Tepuche y Villa Juárez. Y al menos en esta última los maestros hicieron público que ni barda perimetral tiene la secundaria del lugar, lo que vuelve más vulnerable a la población escolar. Se ha dicho por las autoridades educativas que están preparadas para una situación que exija clases virtuales. No estamos tan seguros del todo, porque eso exige capacitación del personal y la disposición de la tecnología necesaria y de que los receptores(alumnos) cuenten con los ordenadores, tablets o teléfonos y con el servicio de internet en sus hogares.

Nos dicen que la economía nacional crecerá entre el 1.8 y el 2.8 por ciento en 2026, cálculo que se ubica por encima de las estimaciones del BM, el FMI e instituciones nacionales. Y lo que se destinará a programas sociales prioritarios es del 3 por ciento del PIB, cantidad muy por debajo de lo que destinaremos al pago de intereses de la deuda. El Gobierno de Sinaloa quizá ya tiene en sus manos el cálculo de lo que crecerá la economía el próximo año, pero hay dos factores que limitan las estimaciones más optimistas: el peso de la crisis que no ha dejado de espantar a inversionistas y obligó al cierre de muchos negocios, dejando sin empleo e ingresos a muchas familias. Y la tragedia hídrica, que se repite por tercer año, y que limita al importante sector agrícola. Hoy rogamos a Tlaloc y a Coltzin que salve la situación empujando a Priscilahacia los ricos valles de Sinaloa. Pero que la orientación del Presupuesto local tenga visión progresista. Vale.

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